Desempeñó un papel crucial en el desarrollo de Cluny como centro principal de la vida monástica en Europa Occidental durante la Edad Media.
Odilo nació en el seno de una familia noble de Auvernia (Francia). Su padre era Berald de Mercœur, y su madre, Gerberga, se hizo monja tras la muerte de su marido. Odilo ingresó en el seminario de San Julián de Brioude y, más tarde, en el monasterio de Cluny, hacia 991, bajo el abad Mayeul.
Odilo se convirtió en abad de Cluny poco antes de la muerte de Mayeul en 994 y dirigió el monasterio durante aproximadamente cincuenta y cinco años. Bajo su dirección, Cluny floreció y adquirió renombre por su estricta observancia de la Regla de San Benito. Durante su mandato, el número de monasterios afiliados pasó de treinta y siete a sesenta y cinco.
Instauración de la fiesta de Todos los Santos
Una de las contribuciones más notables de Odilo fue la instauración del Día de Todos los Santos, el 2 de noviembre, como día dedicado a rezar por todas las almas difuntas.
Odilo murió el 1 de enero de 1049, mientras visitaba el priorato de Souvigny. Su legado está marcado por su profundo compromiso con la oración, la caridad hacia los pobres (especialmente vendiendo tesoros de la iglesia durante las hambrunas) y el fomento de la paz en la sociedad, tanto a través de la guía espiritual como de reformas prácticas. Fue canonizado poco después de su muerte debido a la veneración generalizada y al reconocimiento de su santidad.